Hace unas noches fuí con un querido amigo a ver a unos cuenteros. Resulta que hay gente loquísima que con desparpajo muy natural se dedica a contar historias a los que las quieran escuchar. Pasamos una noche deliciosa.
Por mi parte tengo la mala costumbre de que cada vez que escucho una historia me siento niña de nuevo (y eso dado todo el kilometraje, ya es bastante que decir) Y es que estos alquimistas de los hechos, agarran una historia cualquiera y la convierten en carnaval, comparsa, canción.Desde sus muy particulares corazones condimentan las palabras tan bien que uno se saborea hasta los puntos y las comas. La imaginación no tiene que hacer mucho trabajo, porque ellos con sus gestos sinceros te lo dibujan todo.
¿Por qué me gustan tanto las historias? Hay tantos recuerdos y pasiones mudas que se me caducan callados hasta que llega una historia; me gustan las historias porque en ellas encuentro voces que no poseía. Me gustan las historias porque son la única puerta confiable al corazón del otro (ya sea el que escucha o el que cuenta) Me gustan las historias porque son una colorida forma de sabiduría y de amor.
Mi deseo es que nunca estemos tan ocupados para las historias, que siempre podamos escucharlas, contarlas, recontarlas. Que nos inspiren, que nos cuestionen y que hasta nos confundan; pero que nunca nos dejen como antes.
Ojalá estos cuenteros no se nos cansen nunca, que siempre nos deleiten con su sencilla magia que nos regala voces y alivios, que tanto necesitan nuestros abrumados corazones. (Gracias Ángela Arboleda, Carlos Henao y Antonella Rossi por esa noche niña)
Así que si alguna vez algún amigo les propone escuchar a un cuentero, están advertidos sus bellas historias se les van a meter en la piel y el corazón para poder ser muchos al mismo tiempo, para reinventar la vida siempre.
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1 comentario:
Tanto gustaron esas historias que el efecto se multiplicó.
Comenté en la oficina y ahora quieren un contacto. si puedes, dame el fono de tu amiga para preguntarle sus honorarios.
Pilas que sería otra noche bohemia, pero para nuevo público tal vez quiteño.
Saludos gitana.
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