martes, 6 de octubre de 2009

¿Quién dice que todo está perdido? Mercedes viene a ofrecer su corazón....

En todo lo que miro permaneces

como el aire feliz de la mirada.


Me parezco a tu ausencia y te pareces

a mí resucitada.


Porque viniste cuando me moría

a devolverme a vivas caridades;


porque mi noche muda se hizo día

por gracia de tu voz iluminada,

en esta eternidad con que me invades


(Fragmento del poema "Ahora" de Maria Elena Walsh)



Dicen que Mercedes se ha ido. Es tan extraño, tan difícil, aceptar que un cantor muera. Ahora mismo mientras escribo estas líneas torpes, escucho a "la Negra", con su bella y profunda voz, tocarme unos acordes del alma, que sólo ella logra hacer vibrar. Por eso su muerte más que tristeza, es desconcierto. Y hasta la gramática me traiciona, porque sigo hablando de ella en tiempo presente. Creo que quiero seguir pensando en ella en tiempo presente


Creo que Mercedes deja huella en mí de muchas maneras, es con su peculiar timbre de voz, urgencia para regresar al hogar, a ese lugar-momento en el que me siento bien, centrada, equilibrada. Sus canciones pueden articular tantas veces mis laberintos, mis turbulencias, mis malestares, que hace que parezca fácil desentrañar el corazón y cantarle con la desfachatez de un niño.


Creo que la vida es más sencilla desde que conozco su música, la neblina por la que nos toca navegar en búsqueda de todo lo importante, se ha vuelto menos tenebrosa desde que "ella vino a ofrecer su corazón".


Me enternece la pasión de los valientes, los sensibles, los inconformes, pues ellos hacen bello el camino de la vida, fácil el encuentro con lo que somos e imperdonable vivir como habíamos vivido antes.


Gracias Mercedes por tu pasión, valentía y sensibilidad. Gracias por estar aquí y seguir cantando al sol, como la cigarra.