martes, 18 de diciembre de 2007

¿Por qué me gustan las historias?

Hace unas noches fuí con un querido amigo a ver a unos cuenteros. Resulta que hay gente loquísima que con desparpajo muy natural se dedica a contar historias a los que las quieran escuchar. Pasamos una noche deliciosa.
Por mi parte tengo la mala costumbre de que cada vez que escucho una historia me siento niña de nuevo (y eso dado todo el kilometraje, ya es bastante que decir) Y es que estos alquimistas de los hechos, agarran una historia cualquiera y la convierten en carnaval, comparsa, canción.Desde sus muy particulares corazones condimentan las palabras tan bien que uno se saborea hasta los puntos y las comas. La imaginación no tiene que hacer mucho trabajo, porque ellos con sus gestos sinceros te lo dibujan todo.
¿Por qué me gustan tanto las historias? Hay tantos recuerdos y pasiones mudas que se me caducan callados hasta que llega una historia; me gustan las historias porque en ellas encuentro voces que no poseía. Me gustan las historias porque son la única puerta confiable al corazón del otro (ya sea el que escucha o el que cuenta) Me gustan las historias porque son una colorida forma de sabiduría y de amor.
Mi deseo es que nunca estemos tan ocupados para las historias, que siempre podamos escucharlas, contarlas, recontarlas. Que nos inspiren, que nos cuestionen y que hasta nos confundan; pero que nunca nos dejen como antes.
Ojalá estos cuenteros no se nos cansen nunca, que siempre nos deleiten con su sencilla magia que nos regala voces y alivios, que tanto necesitan nuestros abrumados corazones. (Gracias Ángela Arboleda, Carlos Henao y Antonella Rossi por esa noche niña)
Así que si alguna vez algún amigo les propone escuchar a un cuentero, están advertidos sus bellas historias se les van a meter en la piel y el corazón para poder ser muchos al mismo tiempo, para reinventar la vida siempre.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Mi hombre perfecto

Creo que a veces me siento una científica loca, quisiera tomar una parte de todos mis amores, los primeros, los últimos, los inolvidables, los fugaces, los que nunca me dejaron del todo y construir un monstruoso hombre perfecto.
Me gusta fantasear con la idea porque es una divertida manera de recordar lo mejor de cada uno, porque me ayuda a no sentirme tan idiota de haberlos amado alguna vez, de una manera u otra, a todos. Quisiera armar este rompecabezas inverosímil y creer que es posible esa idea niña del hombre perfecto para ti (ese que está por ahí afuera y que toda tía acomedida te dice que no te canses de esperar).
Quisiera extirparle la ternura a ese amor primero que me escribía cartas y me dedicaba bellas canciones. En honor al amor apasionado, a la primera concupiscencia, quisiera sacarle el fuego de las manos a aquel muchacho con el que descubrí el deseo. Para no olvidar lo prohibido, lo escondido y lo ilícito, me gustaría quedarme con toda la alevosía de aquel amor furtivo. Quisiera agregar también todo el gentil e inteligente cortejo de ese tonto amor platónico que nunca llegó a nada.
Entonces, ¿Cómo sería este híbrido sentimental? Seguramente sería espantoso, imposible de amar, demasiado tierno, demasiado apasionado, demasiado amable, demasiado caballero. ¿Cuál es el punto de esperar a un mutante de esta naturaleza? ¿Sería posible el amor con un hombre hecho con los retazos de mi exigencia?
Estoy segura de que no. Por lo tanto, me quedo con lo rústico, con lo profano, con lo incompleto. Me quedo con lo real, me quedo con la carne, me quedo con los huesos. Para amar, está el presente con toda su imperfección y para recordar nos quedará siempre la mala costumbre de imaginar que todo fue perfecto. Gracias a todos mis amores que me han hecho más exigente en el recuerdo y totalmente aventurera en la piel.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Mi cansancio

Creo que últimamente me he dado el lujo de sentirme cansada. Muchos podrían pensar que no hay nada de lujoso en sentir que las fuerzas se te acaban, que te aburres, que ya no das más; pero para mí no hay lujo más grande que nos podamos dar, que ese de levantarnos un día y decir solemnemente:¡Estoy cansada!

Quisiera decir que estoy cansada por que he estado trabajando muy duro, quemándome las pestañas estudiando o haciendo cosas en la casa, pero para qué mentir tan descaradamente. No tengo ese cansancio digno de la gente que ha invertido sus energías en alguna noble causa y simplemente necesita un descanso para recuperarse. No, como les decía mi cansancio es un lujo

Es un lujo, porque estoy cansada de pretender que las cosas me están saliendo como las planeé o peor aún como las soñé. Es un lujo, porque sólo cuando somos capaces de decir: ¡Qué vida de mierda que estoy viviendo! es cuando empezamos a escribir las mejores páginas de nuestra historia.

Es un lujo sentirme cansada de buscar el amor, porque desisto de ese frenesí que conlleva pretender que otro corazón sintonice con el mío; ese ejercicio de traducción imposible, que implica decodificar el lenguaje de otro en términos que tengan sentido para mí. Es un lujo, porque sólo después de este cansancio va a ser posible el amor que todos queremos, ese que no tenemos que buscar.

Es un lujo cansarme de agradar a los otros, porque la vida es un carnaval gracias a ese odioso deporte que a todos nos toca practicar, esa danza cortesana en la que todos somos tan bien portados, tan gentiles, tan mentirosos; que casi ni recordamos el color de la espontaneidad. Es un lujo descansar de ser otras para intentar ser yo de una vez por todas.

¡Qué delicioso lujo mi cansancio! Me promete horas de descubrimiento, caminos no transitados y probablemente uno que otro cuasi amigo muy sorprendido y resentido, pero los resultados valen la pena el cansancio y voy a estar atenta para nunca más sentirme descansada otra vez.

martes, 20 de noviembre de 2007

Mis 24 horas de ausencia

Tanta ausencia de mi planeta ha sido fruto de la pura negligencia. Tela que cortar hay bastante, pues la vida sólo se nos pone aburrida cuando nos lo proponemos, en estado natural es un delicioso enredo de tragedia y comedia.
Tenía temor de sentarme a escribir, porque no sabía si mi pericia de cronista, daba la talla para pincelar las toneladas de demencia y falta de compostura que he vivido durante estos últimos meses. Pero la aprehensión se diluyó cuando comprimí todos esos recuerdos en 24 horas; ya que a la larga, por más que nos empeñemos no somos tan originales, los días se nos parecen todos. La pasión, la tristeza, el entusiasmo y el descubrimiento se nos presentan en nuestra puerta una y otra vez, con sus mismas caras de siempre. La vida es bella porque aunque se repite, nunca se parece a sí misma.
Las cuatro primeras horas de la madrugada
Que misterioso éter se respira en la madrugada, qué ligeros de equipaje nos sentimos a esas horas (tan tarde o tan temprano, nunca sé). En mi ausencia durante estas horas de bruma he vivido tantas cosas, sonrío, ahora es cuando me siento tan torpe al querer articularlas aquí. Sin embargo su recuerdo, su latencia es tan viva, que me atrevo de todas formas, aunque pálido me parece un retrato interesante.
Y han sido horas llenas de confidencia, enredo intelectual y mucho desahogo, todas estas criaturas que habitan ese extraño planeta llamado amistad. Que ni encontré la verdad, ni solucioné ni un maldito problema; pero cómo se me alivianó el corazón después de estas maratones. (Gracias Mago y Querida Hermana, sus imperturbables corazones son los únicos que se calan toda la polución que aqueja mi planeta a veces)
También estas oscuridades han sido testigos de todo el trabajo que de no muy buena gana siempre nos toca hacer. Y aquí me solidarizo con todos aquellos corazones erráticos que se ven obligados a mil y un tareas totalmente profanas (trabajar en una tesis, balancear la chequera, estudiar para un examen, preparar clases) que se han atrevido a alejarnos de nuestro utópico mundo de palabras. Fue un cansancio extraño, pero satisfecho. Que no se diga que los soñadores no sabemos como lidiar con una buena dosis de practicidad.
Finalmente, uno de mis momentos favoritos en estos últimos meses: la pasión y la dulzura, que me llegaron inadvertidamente juntas, muy confianzudas a tocarme la puerta a estas horas, en el lugar más inaudito, cuando no las veía venir. Sólo quiero decir GRACIAS, porque esos cócteles peculiares no se le olvidan a uno tan fácilmente, se le quedan en el corazón para siempre para volverlos a recordar cuando nos dé la gana, cada vez más diferentes y mejores. (Gracias Poeta por invitar a Fito y por no quitar las fotos del papa)
Estas son las mañanitas...
Pareciera que en la mañana no pasara nada. Una se levanta, se embarca en esa danza sosa de la rutina y se prepara para que la vida siga igual. Va al trabajo, hace lo que tiene que hacer; pero si se permite un poquito de travesura, la mañana se vuelve novela, elegía, verso.
Durante estos meses me he hartado el corazón y la vista observando a la gente. He visto cosas bellas en las paradas del metro (miradas dolorosamente dulces, apatías rabiosamente intensas) y escuchado cada disparate cuando converso con la multitud de gente que sin darnos cuenta se nos cruza en el camino, para embotarnos mutuamente la memoria y el recuerdo.
Pareciera que en la mañana no pasa nada, pero durante estos meses he podido comprobar que la mañana es una buena profecía de como viene el día y es un diáfano lago para mirarnos el ánimo, porque cuando una empieza la jornada con determinado pie (no estoy segura si es siempre malo hacerlo con el izquierdo) con ese mismo seguiremos dando tumbos o rabiando durante el resto de la tarde, que en eso los seres humanos somos de lo más mecánicos.
El sol canicular de todas estas tardes
Las tardes han estado lentas, parece que es su derecho ser así, calurosas y hasta un poco pendejas. Sin embargo no se por qué siempre he tenido la impresión de que es esa modorra, la que motiva nuestras ideas más geniales (o perversas, que a veces es lo mismo) porque siempre al terminar la tarde una se encuentra con todas las ideas y planes, como si se le hubieran estado fermentando en voz baja, no se si en el corazón o el estómago.
Y mis tardes han estado llenas de proyectos en reposo y locuras latentes, probablemente todas ellas virus de pasiones intelectuales inacabadas. Y aún ahora, talvez fruto de estas tardes de erudicción virulenta, me han dejado esa fiebre que sólo se calma cuando parimos a esos hijos tan deseados hechos de pensamiento y de palabras. (¡Gracias Platón por tu mundo de las ideas!)
Las noches de ronda
Al fin, con la noche acaba mi crónica. Menos mal porque recordar no es algo que se haga sin funestas consecuencias, pues la memoria es una amante infiel, que miente descaradamente, endulza y amarga con exageración.
He conocido mucha gente, abrirse a ese escurridizo mundo social ha sido para mi una experiencia deliciosa. La gente, sus coloridas avenidas mentales, sus neblinosos corazones son parajes paradisiacos para esta curiosa de la naturaleza humana.
Me he reido mucho, he visto mi rostro reflejado en todos sus espejos y me he sentido hermana de tantos pobres corazones.
Mi momento favorito de mis noches: ese café feliz, esa conversación traviesa que sólo se dá entre dos que se gustan mucho con el cerebro y con las hormonas. Esa velada repleta de lo hipotético, de peligrosa cercanía (no de cuerpos, sino de historias y corazones) y destellos imperceptibles en idiomas que todavía no aprendemos a descifrar. Exquisita, perfecta y sofisticadamente apasionada, ese bendito café que se demoró tanto en llegar. (Gracias querido por tu inteligente mirada sobre mi aquella noche)
Esto es todo lo que tenía que contarles, despues de cinco meses de ausencia. Ya se que muchos esperaban una bitácora digna de un submarino, pero que se le puede hacer, aquellos que como yo nacieron atrofiados en su capacidad de recordar (y contar) las cosas tal y como sucedieron, no les queda más remedio que surcir sus relatos con los retazos coloridos de sus potentes corazones. Mil disculpas.

jueves, 14 de junio de 2007

Los colores de la pasión

Durante estas últimas semanas he vivido multiples experiencias de pasión. Para sorpresa de muchos ninguna relacionada con la procreacion y conservacion de la especie. He visto las caras de la pasión humana y me he enamorado de ella.
El documental "Cuba, verdad de una utopía" me puso en contacto con la pasión de las ideas, que es capaz de perdurar tanto y sin hastio, que a esos soñadores que protagonizaban la historia, todavía les alcanzaba para trascender, cincuenta años después. Pues la pasión de las ideas es emoción por la verdad y ese régimen jamás se nos va a derrocar. El verdor de esta pasión añeja me impresionó profundamente.
Luego otra historia de pantalla, el documental "Oscar" un loco, trovador del collage y subversivo taxista, que dedicaba sus horas de ocio a ironizar la publicidad que nos abomba la vista y el corazón cuando vamos por la calle. ¡Qué pasión más rabiosa la pasión indignada! Cuando lo que deberia ser, no es y no nos aguantamos la bronca de calarnos el mundo así como viene. Me divirtió y hasta me contagió esta pasión de fuego.
Un buen amigo me propuso ir a una marcha en protesta por la caza indiscriminada de ballenas. Nunca había hecho algo así pero fue una bella experiencia. Se suponía que íbamos a ser "un océano de amantes de las ballenas" sólo llegamos a "charco feliz" pero me conmovió el corazón la pasión de esta gente. Marchando enardecidos, inmolados en el bochorno de ir por la media calle gritándole a la gente su verdad y convencidos de ser la voz de aquellos (¡tantos!) que no pueden hablar por si mismos o cuyo lenguaje es incomprensible o indiferente para nosotros. Esta pasión tierna y solidaria, ingenua y llena de esperanza me cautivó, con su índigo que viene del futuro para enseñarnos a vivir en paz.
¡Que tierna, invencible, rabiosa e ingenua es la pasión humana! Ojalá que nada sea capaz de acallarla, ni la comodidad, la fe o la desesperación.

domingo, 20 de mayo de 2007

Saliendo del closet

Eran cerca de las doce de la noche. Había una Drag-queen en la entrada (usando el amarillo más fantástico que jamás haya visto, un vestido vaporoso y delirante maquillaje). Nos dijo con ronquera: Bienvenidos.

Como Mark Twain decía, somos un manojo de prejuicios y complejos. Antes de entrar a la discoteca gay, sentí nervios, pensé que estaba pasando una especie de umbral entre lo normal y lo no normal. Sin embargo apenas cruzar la puerta, toda mi ridiculez se desmoronó aparatosamente. De pronto me encontré en un salón iluminado con rayos de colores disparados quién sabe por qué maquina feliz, una tarima, un telón, una barra, asientos.

El lugar no estaba lleno a esa hora. ¿A quién encontré allí? Encontré gente. Gente guapa, gente fea. Gente enamorada, gente sola. Gente loca, gente cuerda. Gente al fin. Recordé que no importa los nombres que les ponemos a nuestras tribus, gremios o comunidades. Somos gente y no podemos evitarlo.

La energía de esa bella noche, fue YIN y YANG. Lo pude ver en los celos, ternura, excitación y alegría que siempre producen estas dos traviesas fuerzas. (Gracias Publicista por haber sido mi YANG esa noche)

Al terminar de sorberme todo lo que viví ese sábado, se me ocurrió que hay muchas formas de salir del closet, así como hay infinidad de closets. Hay también muchas razones para no salir: la crítica, la incomprensión, la soledad, la conmoción frente a lo desconocido. Y todos, sin importar si somos YIN o YANG, tenemos la urgencia de salir de nuestros muy particulares closets para ensayar la felicidad y la individualidad. Y a ese gremio, sí que pertenecemos todos.
Esta, mi salida del closet, fue una experiencia surrealista, que se dio entre plumas, música y tres cervezas. Gracias a la gente que conocí allí, gracias por su coraje y por atreverse a ser quienes son.

miércoles, 2 de mayo de 2007

¡Ha cambiado el clima en este planeta!

Saludos a aquellos viajeros que han aterrizado por aquí, gracias mil por su gentileza de detenerse en mis desvaríos e impregnar estas letras de sus resonancias particulares y espero, como todo escritor incipiente, de vez en cuando también, con sus corazones. Ojalá mi monólogo los haya tocado, aunque sea como un roce leve y travieso.

Y si, por aquí ha cambiado el clima, pues voy a dar el paso que todo loco que escribe tarde o temprano se atreve a dar. Escribir con la única sintaxis de su pasión. Desbaratar sus fantasmas y acurrucarlos en las frases y esperar enternecido que tanta alevosía, le diga algo a alguien.

Sin más introducción les presento, esta serie de escritos que he decidido llamar pomposamente "Cartas". ¿Qué son? Pues eso, cartas que con ninguna intención literaria he escrito durante estos últimos meses. Cartas, que escribí porque no sabía de que otra manera lidiar con la inocencia, idiotez e indómita locura con la que el amor nos golpea, cuando le damos permiso.

Que las disfruten. Mabel

A un amor que no sabe que es amor...
No se si en algún planeta no muy lejano recibirás esta carta. Hoy fue un buen día, porque nos conocimos.
Tú me miraste, me miraste con una mirada vieja. Ya me habías mirado así, otras tantas e insignificantes veces. Yo, también te había mirado antes.
La primera vez, ese día feliz en aquel concierto. Te veías ansioso, contento. Como un niño, antes de un recital. Me dio ternura verte. Creo que siempre me da ternura verte, tan lejano y cálido. Tan ternura y pasión. Como un cachorro de tigre, que seguramente será temible luego, pero aún no. Y sin embargo, cómo se te sale el fuego por la mirada.

Cómo aquí en mis papeles siempre digo la verdad, creo que me estoy enamorando de tí. No se si sea buena idea, si sea justo o apropiado. Sólo se que algo se desencadenó entre nosotros hoy. Y ese algo me enamoró profundamente.
Creo que me voy a atrever a amarte en mis planetas, quién sabe si para tí no sea más que un sueño descabellado y loco. Ojalá que te arranque esa sonrisa bonita que conocí hoy. Ojalá que siempre seas feliz y te amen.
Gracias, por regalarme esta ilusión y toda esa ternura-pasión, que sin querer hoy me diste. Gracias.
Mab




Al amor que no sabe que es amor y que ya se le dice querido...
Mi querido,¡Cuánta cabeza le he metido a esta carta! Precisamente porque está llena de tanto corazón. ¿Querido dije? ¿Cómo es posible que te quiera? No sé. Pero ahí está ese destello de amor, que cada vez que lo dejo me hace travesuras. Esa pasión que está niña, pero se muere por salir corriendo por la puerta a desordenar el mundo que conozco. Lo más loco de este querer es que estoy segura de que lees mis cartas. Te sorbes mis palabras. Perdonas (¿Disfrutas?)mi locura. ¡Gracias! Talvez entreleas en estas líneas la intensa devoción con la que siempre salpico mis amores. Sería útil que te vayas acostumbrando. Cuando quiero, nunca quiero a ratos. Mi amor es potencia, circo y muchas veces hasta religión. Me muero por hablar contigo al abrigo de una taza de café. Me muero por tu risa deliciosa que no se me parece a ningún sabor. Me muero por un beso tuyo, seguramente tan dulce y repleto de pasión. Sé que hace rato nos estamos encontrando. Por eso y sólo por eso sonrío a solas. Y tú, inocente, no sabes de dónde viene esa música, esa inquietud, esa felicidad bullisiosa que no te deja en paz. Paciencia, que ya nos vamos a estrenar. ¿Y el amor? ¡Que siga así! Mab

Al amor que llega cuando no estábamos esperando el amor...
Mi recién llegado, eres el amor que palpita. Sí, como un tambor, que mientras no retumba, ni notas que está allí. Pero de pronto suena y su ritmo nos pone nerviosos, excitados, como si el amor llegara tan fuerte que se nos fuera a salir. Sé que me miras, siento el calor de tus ojos sobre mí. Sobre lo que hago o digo. Me haces querer escapar, estar en otro lugar, para no sentirme así, desnuda de alma cuando me miras. Y parece que te estuvieras enamorando, impaciente por intimidad, alegre, loco por creer en algo que todavía no existe... Sin embargo huyes, te vas, movido quién sabe por cual miedo o dolor. Ojalá no te me fueras tan pronto.
Mab

Al amor que no esperábamos, pero que nos comienza a hacer falta...
Hoy te extrañé. No estuviste y te extrañé. Extrañé la forma en que me miras ladeando la cabeza, como si dudaras o simplemente, te pusieras más cómodo para mirar. Te extrañé. Extrañé tu voz haciéndome preguntas. Pero sobretodo, extrañé sentir tu mirada sobre mí. Tu mirada que casi llega a ser caricia o comezón. Te extrañé. Me voy a atrever a hacer locuras que uno sólo se atreve en el amor. Cantaré. Pensaré en una fracuencia que sólo tú escuches. Intentaré encontrarme contigo, pues hoy. Te extrañé. Mab.


Al amor que ya se nos está convirtiendo en más...
Una de mis convicciones más locas se pone de manifiesto en esta carta. Mi profunda creencia de que las palabras tienen poder. En este caso, el poder de viajar a través de la distancia, el miedo y la imposibilidad. Ëste es mi regalo para tí esta noche.Un puente, un portal, donde poder conversar, hablarnos y hasta tocarnos, con esa intensidad absurda del amor. Me gusta imaginarte, acostado con las manos detras de la nuca, clavando tus ojos profundos en el tumbado, tratando de descifrar qué demonios te está pasando, por qué piensas tanto en mí, por qué sientes que estamos juntos, cerca, cuando ni siguiera nos hemos tomado una taza de café. Bueno, yo también me he preguntado eso, buscando racionalmente explicaciones. Pero ¿sabes qué?, me rendí, dejé de cuestionarlo y se avalanzó sobre mí un incendio de emociones y una pasión ilógica que me está complicando la inteligencia. Pero me siento feliz, sabes, como no me sentía hace siglos. Me siento feliz, sonrío a solas. Sonrío cuando camino y antes de dormir. Gracias por el paquete completo que me das, la complicación y la felicidad. Mab






martes, 20 de marzo de 2007

Mientras más te acercas, menos me conoces

Emily Dickinson, una poetisa del siglo diecinueve. Una mujer, que tuvo el coraje de enfrentar sus demonios y sus musas y permitió a su corazón debatirse entre compostura y subversión.
Sus poemas nos comunican un remanso, un deleitarse en la vida y al mismo tiempo nos entierran un aguijón de realismo, cuando comprendemos que las intrincadas selvas, caudalosos ríos, imponentes montañas, que habitan nuestro planeta, bien pueden ser reflejo de las geografías interiores. Hermosas, salvajes y al final también, insondables.


Comparto con ustedes este fragmento de uno de sus poemas

Pero la naturaleza es extraña todavía
Los que la citan más
Nunca han pasado por su casa embrujada
Ni han descifrado sus fantasmas

Compadecer a aquellos que no la conocen
Se compensa con el pesar
De que aquellos que la conocen
La conocen menos, mientras más se acercan


Bellas líneas, repletas de romanticismo y respeto por esa Madre terrible y generosa que es la Naturaleza. Y a la vez, crudas líneas, que nos recuerdan que lo verdadero es inefable. Pues lo que somos, es también generoso y terrible. Y nuestros fantasmas - ¡tantos que nos habitan!- son igual de indescifrables

Debido a esto, cuántas veces los más cercanos, son los más equivocados. Cuántas veces, los más amados son los que más nos limitan, nos predicen.

Es pasmoso darnos cuenta, como en nombre del amor y bajo custodia de los que más amamos, a veces nos dejamos encerrar en las más bellas prisiones. Respecto a esto exclamaba ese místico poeta. Kalil Gibhran, “Todos los que nos comprenden, nos esclavizan un poco”

Ojala algún día nos encontremos cómodos en nuestras selvas inefables y el amor sea exclusivamente, una travesía temeraria por esas latitudes desconocidas.

martes, 6 de marzo de 2007

Me muero por estar en contacto conmigo

Había escuchado a muchos románticos alabar los versos de Whitman. Mi prejuicio me privó por muchos años de leerlo, por juzgarlo dulzón. Qué equivocada estaba.

Por curiosidad me topé con Hojas de hierba (Leaves of grass) y me sacudió su realismo, su descaro y su pasión. Lo enamorado que estuvo de la vida en todas sus dimensiones y la inocencia de ese amor, que afortunadamente dejó plasmada en sus poemas.

Cito aquí del poema Canción de mí mismo (Song of myself) este fragmento:

Iré a la ribera por el bosque y me tornaré descarado y desnudo
Me muero por estar en contacto conmigo.

¡Qué imposible esa pretensión de estar con uno mismo! En nuestros tiempos sobretodo, en los que siempre estamos estruendosamente acompañados. ¡Qué refrescante se antoja esa ribera! Ahora que estamos acalorados de tanto trapo y compostura.

Me pregunto por qué Whitman se figura este descanso como una desnudez, un descaro. Qué odiosas voces lo obligaban a permanecer vestido, sensato. Qué deliciosa locura lo liberó.

Y yo, aquí, ahora, tan lejana de su tiempo, siento el contagio de su demencia con sólo leer sus versos. Yo también quiero ir a la ribera por el bosque. Quiero volverme insolente y feliz. Quiero recordar que en lo recóndito, estoy yo.

Talvez después de ese encuentro, tenga la fortuna de descubrir ese pasión desconocida que vivió Whitman: morirse de ganas por estar en contacto con uno.

¡Nunca te vistas, whitman! ¡Gracias por el regalo de tu alma desnuda!

martes, 13 de febrero de 2007

Los amigos

Hace poco estuve hojeando los fresquísimos cuentos de Henry Miller en su Libro de amigos (Book of friends) y me quedé felizmente maravillada de como para todo ser humano la amistad es una experiencia deliciosa (y dolorosa también para equilibrar el yin y el yang)

Cito una fragmento, nítido en su sentimiento y hermoso en su expresión; Miller clama:
"Una vida sin amigos, no es vida. Y cuando digo amigos, quiero decir amigos. No cualquiera, ni todo el mundo puede ser tu amigo. Debe ser alguien tan cercano como tu propia piel, alguien que le de color, drama y significado a tu vida, algo que es el otro lado del amor y aún así incluye el amor. Un amigo te puebla de un millón de ojos, ves en otras dimensiones. A través de un amigo vives vidas incontables. Nunca estás solo, nunca lo estarás"

Pienso en esa misión de los amigos, que sin querer se nos meten en la piel, se nos instalan en el corazón y ya nunca más volvemos a ser los mismos, después de haberlos dejado pasar.

Río al confirmar las palabras de Miller y recordar todos los episodios "coloridos y dramáticos" que me han provocado mis amigos, pero sobretodo agradezco todos aquellos momentos pequeños que "significaron mucho" porque ellos andaban por ahí.

¡Qué pobres serían nuestras vidas sin ellos! Sólo podríamos vivir una vida, la nuestra. Podríamos ser una cosa, ir a ciertos lugares, amar ciertas ideas. Pero ellos hacen posible que nuestro mundo se ensanche, nuestras pasiones se multipliquen y seamos mejores finalmente.

Gracias a la vida por los amigos. Que estemos cortos de dinero, de ideas; hasta de amor pero jamás de amigos

lunes, 22 de enero de 2007

A quien interese...

Es un buen comiezo para este espacio, este planeta. A quien interese. Porque qué, sino eso, es leernos los unos a los otros. Un interés, una resonancia nuestra en las lineas de otros. Así que mi primer escrito es para todos aquellos a los que les interesen estas palabras sin ton ni son que a veces me urge escribir.
También quiero agradecer, a todos aquellos escritores locos y apasionados que he tenido la delicia de leer aquí. Gracias porque me contagiaron su pasión, su alegría por escribir sin que importe nada más (la sintaxis o la censura)
Y bueno advertirles que este planeta es extraño. A veces puede parecer inhóspito. Espero que jamás aburrido. En todo caso, aquí estará orbitando quien sabe que estrella.
Estas torpes palabras, intentan ser introducción a una aventura a la que le he estado huyendo hace tiempo: la alevosía de creer que las voces que me hablan y sus mensajes, pueden interesarles a otros.
¡A escribir entonces!