viernes, 7 de diciembre de 2007

Mi hombre perfecto

Creo que a veces me siento una científica loca, quisiera tomar una parte de todos mis amores, los primeros, los últimos, los inolvidables, los fugaces, los que nunca me dejaron del todo y construir un monstruoso hombre perfecto.
Me gusta fantasear con la idea porque es una divertida manera de recordar lo mejor de cada uno, porque me ayuda a no sentirme tan idiota de haberlos amado alguna vez, de una manera u otra, a todos. Quisiera armar este rompecabezas inverosímil y creer que es posible esa idea niña del hombre perfecto para ti (ese que está por ahí afuera y que toda tía acomedida te dice que no te canses de esperar).
Quisiera extirparle la ternura a ese amor primero que me escribía cartas y me dedicaba bellas canciones. En honor al amor apasionado, a la primera concupiscencia, quisiera sacarle el fuego de las manos a aquel muchacho con el que descubrí el deseo. Para no olvidar lo prohibido, lo escondido y lo ilícito, me gustaría quedarme con toda la alevosía de aquel amor furtivo. Quisiera agregar también todo el gentil e inteligente cortejo de ese tonto amor platónico que nunca llegó a nada.
Entonces, ¿Cómo sería este híbrido sentimental? Seguramente sería espantoso, imposible de amar, demasiado tierno, demasiado apasionado, demasiado amable, demasiado caballero. ¿Cuál es el punto de esperar a un mutante de esta naturaleza? ¿Sería posible el amor con un hombre hecho con los retazos de mi exigencia?
Estoy segura de que no. Por lo tanto, me quedo con lo rústico, con lo profano, con lo incompleto. Me quedo con lo real, me quedo con la carne, me quedo con los huesos. Para amar, está el presente con toda su imperfección y para recordar nos quedará siempre la mala costumbre de imaginar que todo fue perfecto. Gracias a todos mis amores que me han hecho más exigente en el recuerdo y totalmente aventurera en la piel.

1 comentario:

Arquelino dijo...

Ya era hora que escribieras. Si bien, esta vez demoró menos que la anterior.Se nota que el blog se está haciendo más cómplice de tus aventuras y sueños.

Yo de ti, no me enojo de ese híbrido sentimental. ¿Por qué pensar que va a salir mal la mezcla? Cuidado el falso orgullo de no querer lo mejor pero en el fondo bien que se lo desea. Yo me lo quedo y con todo y mutante, no me molestaría. Pero ve... habrase visto... ¡tanta carne y uno vegetariano!