domingo, 20 de mayo de 2007

Saliendo del closet

Eran cerca de las doce de la noche. Había una Drag-queen en la entrada (usando el amarillo más fantástico que jamás haya visto, un vestido vaporoso y delirante maquillaje). Nos dijo con ronquera: Bienvenidos.

Como Mark Twain decía, somos un manojo de prejuicios y complejos. Antes de entrar a la discoteca gay, sentí nervios, pensé que estaba pasando una especie de umbral entre lo normal y lo no normal. Sin embargo apenas cruzar la puerta, toda mi ridiculez se desmoronó aparatosamente. De pronto me encontré en un salón iluminado con rayos de colores disparados quién sabe por qué maquina feliz, una tarima, un telón, una barra, asientos.

El lugar no estaba lleno a esa hora. ¿A quién encontré allí? Encontré gente. Gente guapa, gente fea. Gente enamorada, gente sola. Gente loca, gente cuerda. Gente al fin. Recordé que no importa los nombres que les ponemos a nuestras tribus, gremios o comunidades. Somos gente y no podemos evitarlo.

La energía de esa bella noche, fue YIN y YANG. Lo pude ver en los celos, ternura, excitación y alegría que siempre producen estas dos traviesas fuerzas. (Gracias Publicista por haber sido mi YANG esa noche)

Al terminar de sorberme todo lo que viví ese sábado, se me ocurrió que hay muchas formas de salir del closet, así como hay infinidad de closets. Hay también muchas razones para no salir: la crítica, la incomprensión, la soledad, la conmoción frente a lo desconocido. Y todos, sin importar si somos YIN o YANG, tenemos la urgencia de salir de nuestros muy particulares closets para ensayar la felicidad y la individualidad. Y a ese gremio, sí que pertenecemos todos.
Esta, mi salida del closet, fue una experiencia surrealista, que se dio entre plumas, música y tres cervezas. Gracias a la gente que conocí allí, gracias por su coraje y por atreverse a ser quienes son.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me pregunto cuántos podrían salir de su closet para poder dejar algo de ellos aquí en los comentarios.

El trauma para algunos les quedó desde el mismo día que nacieron y vieron la luz.

En mi caso, más allá de la respuesta del prójimo, nadie quita el sabor de la transparencia de ser sincero contigo mismo y descubrirme como persona antes que nada.

Igual, todavía el closet se mantiene como un lugar sano de encuentro personal y de vez en cuando entro y salgo.