Me tomó completamente desprevenida esta experiencia y fue mejor así. Mi naturaleza súper analítica me hubiera arruinado la espontaneidad, de haber tenido más anticipación (¡ el cerebro racional todo lo vuelve profano!) me hubiera pertrechado de un educado decoro. Mi alegría (y por eso he vuelto a mi abandonado planeta) es que perdí todo decoro y esa es la única forma de experimentar felicidad.
El trovador cubano Silvio Rodríguez, venía a dar un concierto en mi ciudad, hecho que causó revuelo entre mi círculo de amigos. Todos andábamos ilusionados, felices, desbordados. Lo curioso es que, contrastando con nuestra locura, el resto del mundo reaccionaba con pasmosa indiferencia.Creo que a todos nos agarró una especie de desconsuelo, como cuando un niño está jugando solo en su cuarto y mira a su alrededor y no hay nadie allí, que comparta, o aunque sea, que observe, su júbilo, su gozo.
En este estado de ánimo tuve la oportunidad de comentarle acerca de mi emoción, a una persona a la que le tengo un profundo afecto, aunque conozco hace muy poco tiempo. Le decía a propósito de la amistad (es un tema recurrente en todas mis conversaciones) que ese fin de semana íbamos con mis amigos al concierto de Silvio, le dije: sus canciones son tan geniales que si les quitan la música, son poesía y se les quitan la letra, son sinfonías, las dos cosas juntas te llevan a hermosos estados alterados de conciencia, Silvio es una privada droga para mí, concluí muy satisfecha de haber explicado todo lo que su música había significado y significaba para mí.
Así lo creí hasta que estuve ahí sentada, en esa silla plástica, escuchando su voz vibrar en esa hermosa noche. Puedo confesar ahora, que fue un viaje surrealista a todas las dimensiones que considero importantes en mi vida: la amistad, la música y los inventarios personales.
Silvio fue pretexto, motivo y accidente, para que aquellos que yo intuía, recordaba, mis amigos, viviéramos esa alucinante experiencia de la resonancia. La amistad, en este sentido, se parece muchísimo a la música, se necesitan silencios, acordes, claves, pero sobretodo, pasión por la belleza y el retumbo.
Como todo verdadero artista, él manejó esa noche, esa misteriosa magia de transmutar palabras, sonidos, colores, en otra cosa, en algo tan poderoso (como aquel incomprensible Aleph de Borges) que es capaz de: hablar de todos nosotros, de hablar de sí mismo, de hablar de ti, de hablar de mí, de hablar de cualquiera, de hablar de nadie y de callar, todo al mismo tiempo. Ese es el mejor método (el único efectivo talvez) de hacer inventario; pues nuestra historia es insondabilidad y contradicción. Silvio me ayudó con mi inventario, como siempre.
En definitiva, Silvio hizo su maravillosa alquimia, nosotros cantamos y vivimos esa embriaguez de mezclar su música con la amistad . Fue muy hermoso y quisiera prestar palabras del mismo Silvio en su bella canción Al final de la segunda luna, para darle los últimos retoques a este cuadro surrealista que he intentado pintar aquí:
Hay otra dimensión desconocida
Más fuerte que la muerte y que la vida
Más sustancial que el mundo y su belleza
Que nace y muere siempre donde empieza
Estar como se está, como se siente
Es más claro y más negro que decirlo
Que tratar de explicarlo
Por eso ya no sigo
Sólo quise decir:
Que es tremendo estar vivo
Esta entrada está dedicada a mis entrañables amigos: Andrea, Marcela, Carlos, Jota y Rafael. Gracias por compartir esta bella adicción conmigo.
5 comentarios:
Ciertamente me reconozco como un extraño a esa niña que juega sin que la pueda comprender. No obstante, me sumo a su alegría desparramada, incluso descontrolada.
Por ahí huelo sentimientos actualizados. Me alegro de verte en ciclos viejos remendados; en sueños lontanos más agarrables.
Me sumo a la alegría provocada por la angustia incluso de perder estas vibras en tus fibras, literalmente hablando, y que te haya motivado a escribir para tener - ¿clara? No, feaciente- crónica de este evento.
Aunque no sepa hablar lenguaje de niño yo estoy feliz de verte jugar porque aunque parezca que no, sí estoy en el cuarto mirándote. Misterioooooso.
En verdad, esta entrada tiene color noche, de vino tinto. ¡Salud!
Lo que es verdad y es claro y se entiende por nuestras vivencias, fue lo que tu dijiste a falta de palabras mas precisas, Silvio para mi es Religión, una que nos une a los amigos en emociones indescriptibles, en una dimensión desconocida.
Mi querida Mabel, fue realmente un momento indescriptible e inolvidable, fue uno de los momentos más felices de mi vida: el poder compartir con mis amigos de toda la vida y estar disfrutando un concierto de Silvio desde tan cerca.
Como le decía a Rafa, Silvio nos permitió un respiro, la emoción desbordada, la tregua y el re-encuentro. Nos permitió un montón de emociones juntas y un enorme abrazo de amistad.
Gracias por la dedicatoria, y gracias por todo lo compartido y por lo que seguiremos compartiendo.
Salud por "todos los amigos todos"
PD: Diego dice que el concierto se le está pareciendo a otra de las interminables historias de campamentos y convivencias.
... y lloré. Otra forma de desbordarse.
Un abrazo flamígero mi eterna espiral.
Mabel, tus palabras son un bello cantar, y tu precision mata cualquier insinuacion de divergencia, que gusto ver tu expresion, me encantaria volver a verte a ti y al grupo que me acompano a la cata, recuerdas? 'tu instructor' Sebastian, me gustaria compartir una tertulia contigo, Arquelino (Gustavo) y el grupo que tan gratos recuerdos me han dejado...
Espero tus comentarios dame tu email por favor y que Dios te bendiga.
Besos
Sebastian
Sebas
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